martes, 5 de agosto de 2008

DISCURSO DE BIENVENIDA POR EL ING. JESUS MARIA ZAVALA


Discurso de Bienvenida
Jesús Zavala Ruiz
(Irrigación)

Estimados miembros del presídium. Estimados invitados especiales, colegas egresados de la generación 1981/1983 – 1988, familiares e acompañantes, estudiantes; señoras y señores, amigos todos:
Recuerdo que llegué por primera vez a Chapingo un miércoles de junio de 1981, como a eso de las once de la noche en un Autobús de la Ruta México-Texcoco con sus colores verde, amarillo y cromo. Recuerdo la sombra de las palmeras de la Colonia de Profesores en la curva y la parada del camión enfrente de la Escuela, junto al sitio de taxis. Me impactaron las vías del tren y el hermoso escudo dorado que resaltaba la pala, el bieldo, la brazada de trigo y los cuernos de la abundancia, que anunciaba a sus visitantes la entrada de la ENA. Ahora los recuerdo como entonces. Me impresionó la elegancia del Edificio Administrativo del CP y las brillantes lámparas alternadas de La Calzada y los enormes fresnos y sus sombras. Hacía un frío húmedo, pero reconfortante. Después, al caminar por la calzada a la izquierda apareció la silueta de un edificio hermoso que parecía una malla entretejida. Después supe que era la Biblioteca Central, por cierto, impecablemente clasificada y ordenada en comparación con otras que he visitado. Enseguida, apareció ante mis ojos, la silueta de la hermosa Diosa de la Abundancia sosteniendo una pera entres sus senos. En penumbra, el Edificio Principal y enfrente, Las Circasianas, fuente de muchas anécdotas y gratos recuerdos de nuestros cumpleaños cuando en sus aguas nos bañaban nuestros compañeros. Luego de pasar por el enorme Árbol de los Acuerdos, apareció en lo alto ante mis ojos un letrero con las letras CEE. ¿Qué será?, me pregunte. Comité Ejecutivo Estudiantil, supe después. ¿Se acuerdan? Luego, mi paisano y yo, cruzamos frente a la Primera Compañía y llegamos al enorme Patio de Honor y al fondo a derecha vi el Comedor del Internado. Finalmente, esa noche, sin darme cuenta, gavioté por primera vez en un cuarto del internado de la Tercera Compañía. Me prestaron una cama y pronto el sueño me venció… soñé, no me acuerdo… Así comenzó nuestra vida estudiantil en Chapingo...
Así pasaron siete años, largos para algunos, cortos para otros, donde hubo de todo: estudio, deporte, viajes, diversión, tristeza, amor, desamor… Forjamos ilusiones y esperanzas y así un día como hoy, los pelones nos convertimos en ingenieros y con ello el derecho de caminar por el centro de La Calzada. Luego, nuestra Alma Mater nos levantó la canasta y nos incorporamos a la vida productiva del país. Así nos dispersamos a lo largo y ancho del país y del extranjero. Hoy nos reencontramos nuevamente. Bienvenidos.
Hoy, han pasado ya muchos años y la mayoría hemos formado una familia chapinguera más amplia con nuestros hijos. Otros hemos reconstruido una nueva familia y creo, los menos, seguimos de empedernidos solterones. Hoy, indudablemente tenemos más años, menos pelo, más kilos de peso y uno que otro “achaque”... De hecho, por ello algunos de nosotros no están presentes a quienes les enviamos un cordial y afectuoso saludo. Para algunos, nos ha llegado la etapa del “yo nunca antes”… así que no vayan a abusar de la comida y “dobletear”, porque presumo que ya no tenemos el “estómago de basurero” de aquel entonces. A pesar de todo, seguimos con aquél espíritu jovial y soñador y hasta romántico y democrático, creyendo en que nuestro México tiene esperanza, y que es posible hacer realidad el lema de nuestra escuela: “Enseñar la Explotación de la Tierra, No la del Hombre”.
Quizá, sea momento de reflexionar sobre nuestro aporte a este México que nos vio nacer y que nos privilegió al darnos la profesión de ingenieros agrónomos, aunque hoy, el nombre se disfrace por motivos prácticos y de mercado laboral, como: ingenieros forestales, agroindustriales, mecánicos agrícolas, en irrigación, o todavía más como agroecólogos o licenciados. Creo que aún conservamos el valioso conocimiento que nos dieron nuestros maestros a quiénes les rendimos tributo. Fuimos egresados, hijos de la crisis, sin embargo, sin temor a equivocarme, creo que hemos incursionado exitosamente en casi todas las áreas de la economía, en el sector privado y en el público; algunos somos creadores de negocios, otros seguimos estudiando, otros trabajamos en el gobierno. Muchos estamos ligados al sector educativo, donde quizá, podremos incidir en el futuro. Como generación, estamos en México y en el extranjero, y somos reconocidos como profesionistas capaces, incluso cuando incursionamos en áreas ajenas. Hoy, tenemos la tan anhelada experiencia que nos exigían nuestros empleadores cuando comenzamos a trabajar. Hoy, los invito a capitalizar esa enorme experiencia colectiva, un tesoro que valdría la pena utilizar en beneficio nuestro, de nuestra Alma Mater y de nuestro querido México mediante proyectos productivos y educativos. Concretamente, los invito a que en un futuro muy cercano, nos integremos como generación en una asociación para materializar algunas de esas posibilidades que he esbozado.
Lamentablemente, nuestra amplia visión del país de cuando egresamos, hoy se ha esfumando. Gran parte del campo mexicano está “descansando” su tierra o ha sido devastado, como la Costa de Hermosillo. La infraestructura hidroagrícola y productiva del sector es menos o ya finalizó su vida útil. Y precisamente hoy, ante la crisis alimentaria global, es importante reconocer que nos equivocamos como gobierno, en apostarle a la importación masiva de alimentos. Urge reactivar nuestro campo mexicano, aunque haya menos campesinos que entonces y más ingenieros que antes. Urge, aprovechar a nuestros egresados que se van al extranjero por falta de oportunidad en su país. Urge, una visión incluyente de país.
Por último, deseo agradecerles a todos ustedes su presencia, ya que con ello nos hacen un reconocimiento muy importante como egresados de nuestra escuela, la Universidad Autónoma Chapingo. Creo, sin temor a equivocarme, que muchos recuerdos han aflorado desde que comenzamos a difundir este evento y que otros tantos se evocarán, ahora compartidos con quienes generosamente nos acompañan. Públicamente agradecemos a las autoridades de la universidad su calurosa bienvenida. También quiero que les demos un merecido reconocimiento a aquellos colegas que han hecho posible la organización de este evento. Me refiero, a las compañeras Ing. Ana Lilia Roa de Industrias e Ing. Alicia Méndez de Sociología Rural y a los compañeros Ing. Ramón Giles de Suelos, Ing. Marco Antonio Rivas de Zootecnia, al Ing. Claudio Rodríguez de Irrigación, así como al Ing. Edgar López Herrera, y a todos los compañeros de la Universidad que amablemente nos han estado apoyando en este proceso y sin quienes este evento no hubiese sido imposible. Los invito a seguir en contacto y les propongo reunirnos la totalidad de egresados en cinco años más en el 2013.
Disfruten a lo largo de este día lo que hemos preparado para ustedes.
¡Sean bienvenidos a la celebración de nuestro XX Aniversario de Egresados!
¡Bienvenidos Generación 1981/1983 – 1988!
¡Muchas gracias!
Chapingo, México, 2 de agosto de 2008.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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